jueves, enero 31

Agradecida



"Casa y sauna"
Aniak, Alaska
Enero 2008


Desde hace dos semanas hemos estado sin agua y aunque derretir nieve sobre la estufa de leña puede tener su toque bucólico y pastoril, el romanticismo desaparece por completo a la hora de fregar y sobre todo pretender aclarar los cacharros de la cocina. Hoy por fin, la casa ha vuelto a la normalidad y el agua corre por las cañerías de nuevo, llevando y trayendo cantidades increíbles de hierro y su consiguiente óxido. Pero es lo que hay si vives en esta zona de Alaska.

Hemos tenido muchísima suerte, todo sea dicho. Le hemos debido de caer en gracia a George, uno de los dos fontaneros que hay en el pueblo, y en un tiempo récord de dos semanas nos ha conseguido una bomba de agua nueva y nos la ha instalado. Esto en Aniak es como para anotarlo en el Guinness. No es broma. Aquí lo normal es que el currante de turno se haga de rogar durante meses. Porque sí, porque puede, porque le da la gana, y porque no le apetece trabajar. Te puedes dar con un canto en los dientes si al final consigues que aparezca. Y no puedes abrir las páginas amarillas y llamar a otro fontanero.

En realidad, en Aniak ni hay páginas amarillas, ni hay más fontaneros disponibles. Los pocos negocios que hay en el pueblo son una tiendita de víveres, una gasolinera, y una pizzeria donde no puedes ni sentarte a no ser que lo hagas en el suelo. Viniendo del país donde seguramente haya el mayor número de bares, restaurantes, cafeterías, y pubs por metro cuadrado en el mundo, resulta chocante el hecho de que no haya ni un sólo lugar de reunión social aparte del Bingo de los martes por la noche. Así que Bingo tenemos, pero un cine o una cafetería no.

Pero a lo que iba, que me lío. El estar sin agua dos semanas me ha hecho pensar en la poca atención que le prestamos a cosas que damos por sentadas en nuestra civilización "civilizada". Abrir un grifo y que salga agua fría o caliente, a placer. Apretar un interruptor y que se haga la luz. Meter ropa sucia en una máquina y que salga lavada. Tirar de la cadena y deshacerte al momento de tu mierda. Todas esas modernidades que hoy en día nos parece que casi son un derecho. Y no, lo que son en realidad es un auténtico lujo.

Mi recién retomada ducha diaria siempre ha sido mi momento preferido del día para repasar todas aquellas cosas por las que estoy agradecida. Ahora la lista incluye cosas tan mundanas como una bomba de agua, una lavadora y una cañería aunque esté medio oxidada.

domingo, enero 27

Randi



"Randi"
Aniak, AK
Enero 2008


Hoy ha crecido la familia. Así, sin previo aviso, casi que a traición se nos ha colado un perrillo en casa. Negro, con una mancha blanca en el pecho, y el pelo ni largo ni corto. Tímido, asustadizo, parece cachorro todavía. Tiene esa mirada de cordero degollado característica del palleiro al que han maltratado en alguna ocasión. Llevo meses haciéndome la dura con la idea de volver a tener un perro, pero esa mirada hoy finalmente ha podido conmigo. Naím le ha bautizado inmediatamente como Randi y la Tola le ha bufado muy orgullosamente, dejando bien claro quién es la dueña del territorio.

Será buena compañía en casa durante los numerosos viajes de David. También será buena compañía para los paseos por el bosque, ya que además del obligado GPS, necesario para internarse más de 10 metros en esta caótica espesura que nos rodea por todas partes, un perro tampoco está de más. Habrá que ver de qué manera reacciona ante la presencia de un animal salvaje, llegado el caso. Aquí dicen que si un perro no es capaz de ponerse entre tú y el oso, el alce, o cualquier otro de los bichos potencialmente peligrosos que abundan por estos lares, mejor que le metas un tiro sin contemplaciones y te deshagas de él. No se andan con chiquitas en el pueblo.

En Aniak no hay casa sin perros. El que menos, tiene dos o tres. Y el que más quizá unos 15 o 20. La gran mayoría son perros de trineo, a los que se empieza a ver a mediados de septiembre, una vez terminada la temporada de la caza del alce, corriendo delante del quad del amo, en formación, preparándose para el invierno. La gente aquí ha retomado la aficción a usar trineos tirados por perros como hobbie. Solían ser el medio de transporte habitual hace años, pero desde la introducción de la avioneta primero y la moto de nieve después, han quedado relegados a pasatiempo invernal. Un pasatiempo que mucha gente comparte.

Quizá hayáis oido hablar de la Iditarod, la más famosa carrera de trineos tirados por perros, que recorre casi 1700 km desde la ciudad de Anchorage hasta Nome, un pueblo en la costa oeste de Alaska. Esta carrera anual conmemora el viaje de cinco días que realizó un grupo personas y perros en 1925, recorriendo parte de este mismo camino para llevar, de urgencia, una carga de medicinas a Nome. Bueno, lo de "camino" es una licencia literaria, porque camino, lo que se dice camino no había entonces, ni hay ahora. Este viaje en trineo evitó que una epidemia de difteria se expandiese fatalmente por la zona. Hay que tener en cuenta que las epidemias se cargaron aproximadamente al 60% de la población nativa a principios del siglo. Es por ello que los componentes de este grupo salvador (hombres y perros por igual) se convirtieron en héroes nacionales y hoy en día se sigue conmemorando la heróica travesía con esta carrera.

Cada zona de Alaska tiene su Iditarod particular. La de nuestra zona se llama K-300 y, por desgracia, terminó precisamente un día antes de nuestro regreso a Alaska, así que no pudimos verla a su paso por Aniak. Tendremos que esperar al año que viene.

Mientras tanto, podemos ir entrenando a Randi para que aprenda a tirar del trineo de Naím.

viernes, enero 25

Sin luz




"Antes de que anochezca"
Castro de Baroña, A Coruña
Diciembre 2007


Hay días donde el optimismo, la fuerza, la alegría, y las ganas de estar en Alaska se evaporan. Igualico igualico que el agua de la bandeja que tengo siempre encima de la estufa de leña para intentar darle un poco de humedad relativa al hogar.

Esos días suelen ser también aquellos en los que siempre tengo frío, en los que me cuesta más cuidarme, en los que me da una pereza terrible hacer yoga aunque me sienta de vicio y soy plenamente consciente de ello... en fin, en los que en que las cosas parecen no tener mucho sentido. En esos días, las única actividades con un objetivo claro son aquellas que están relacionadas con la limpieza, la cocina y la maternidad. Y llegados a este punto, una se va tornando gris, oscura, y sin luz.

Evidentemente no ayuda el resfriado que arrastro desde hace un par de semanas y que no me ha dejado salir a la calle desde que he llegado por miedo a volver a coger una neumonía. Tampoco ayuda el no haber comenzado aún a dar mis clases de yoga, ni a juntarme con las chicas a hacer nada, ni a dar vueltas a sacar fotos... Y mucho menos ayuda esa extraña fuerza centrípeta que parece querer arrastrarnos de repente y sin venir a cuento hacia viejas y aburridas dinámicas de vida parejil.

Así que he optado por plantarme delante del fuego y sacar mi esterilla de yoga para hacer una mezcla de automasaje y yoga durante media hora larga. Y como también ha salido el sol, cuando se despierte el enanino y regrese David de trabajar cogeré la cámara y nos iremos a dar un paseo hasta el río.

Porque después de tres días de oscuridad grisácea, es que me aburro a mi misma.

martes, enero 22

Hogar dulce hogar



"Mar de montañas"
Alaska, de camino a Aniak
Diciembre 2007


Por fin, ya de vuelta en casita. Tras tres días de aviones y aeropuertos, durmiendo poco y mal, por fin hoy llegamos a Aniak. Nos recibió el invierno con unos increíbles 4 grados de temperatura, cuando la semana pasada estaban a 40 bajo cero. Y aunque la nieve se está derritiendo a pasos agigantados, casi que me alegro que la vida me ofrezca esta pequeña transición en vez de tener que sumergirme directamente en el crudo invierno ártico recién llegada del sol egipcio. Parece que en estas fechas siempre hay un pequeño "veranillo de San Martín" polar y hemos llegado justo a tiempo para disfrutarlo.

La vuelta nos ha obligado a comenzar a vivir por un tiempo al más puro estilo alaskeño rural, esto es, sin agua corriente. Mientras estábamos fuera, y gracias a que inesperadmete nos quedamos sin gasoleo para la estufa por un error de previsión, la calefacción se paró y la casa se puso a unos 10 grados bajo cero mientras fuera estaban a unos -30. Por ello, algunas de las cañerías reventaron, y con ellas, también la bomba del agua, que se rajó entera de lado a lado. Y sin bomba, pues no hay manera de sacar agua, claro.

Así que en esas estamos, derritiendo nieve para fregar los platos y darnos duchas al estilo esquimal en la sauna de vapor que tenemos fuera. Para lavar ropa, acudiremos a algún vecino generoso, porque lo de lavar con nieve como que ya no me apetece tanto, vaya. Eso sí, espero que no se vaya del todo la nieve, o nos quedaremos sin suministro regular de agua. Pero bueno, a pesar de los incidentes, es un placer estar en casa, volver a hacer fuego, y disfrutar de los ronroneos de la Tola.

Pues nada, voy a ver si puedo volver a dormirme, que tengo un jet lag de espanto y aquí ando, blogueando a las 2 de la mañana después de haber dormido cinco horas y ser cruelmente despertada por un hermoso enanito llorón que sufre el mismo jet lag que su madre.

viernes, enero 18

En la ciudad de los mil minaretes



"Minaretes"
Cairo, Egipto
Enero 2008


Cairo, la ciudad de los mil minaretes, me ha resultado caótica a la vez que curiosamente agradable. Con aproximadamente unos 16 millones de personas concentradas en una urbe gigantesca, lo único que aquí no existe es el silencio. Si no son las llamadas a oración que salen de los altavoces de las mezquitas y van extendiéndose por la ciudad como una ola interminable, son los incesantes claxones de los coches y sus ruidoso motores.

Hace muchos años estuve aquí unos días y la unica sensación que recuerdo de mi visita es la de pánico. Pánico debido única y exclusivamente al caótico tráfico que serpentea por la ciudad. Esta vez, gracias al majo de Hassan y a mi querido cuñado, mis nuevos héroes al volante, la impresión que me llevo es, Al Hamdu Lellah, mucho más rica. Supongo que a mis amigos del DF, el tráfico del Cairo no les impresionaría tanto, ya que son bastante parecidos. Eso sí, con la gran diferencia de que en Mexico he visto semáforos funcionando y conductores respetándolos, y en Cairo no he visto más que luces ámbar intermitentes que no indican mucho más que "cuidado!" en los cruces. Y luego cada uno que se las arregle como pueda. Coches, personas, burros, caballos, ovejas, motos, bicicletas y el ocasional barrendero en la autopista, bailan una coreografía improvisada compartiendo espacio y entrelazándose sin aparente orden ni concierto, aunque con sorprendente éxito.

Aunque suele ser inevitable sentirse en ocasiones como una moneda ambulante por el simple hecho de ser europeo en un país africano, me llevo un impresión muy agradable de la gente. Me ha gustado sobre todo la naturalidad con la que los hombres demuestran sus emociones, entre ellos y con los críos, cosa muy poco frecuente en nuestros países occidentales, donde la visión de dos hombres cogidos de la mano provoca todavía miradas furtivas y cuchicheos sobre sus preferencias sexuales y donde un hombre sonriendo, haciendo carantoñas o lanzándole besos al aire a un niño pequeño sería tomado como signo cuasi inequívoco de pedofilia. En Occidente estos gestos de cariño le estan socialmente permitidos a las mujeres y no tanto a los hombres. Luego, claro, está la otra cara de la moneda, ya que las manifestaciones afectivas entre hombres y mujeres en público son más bien púdicas y recatadas. No se puede tener todo.

Hicimos algunos recorridos turísticos inevitables estando en Cairo: las Pirámides y la Esfinge de Gizah, la Ciudadela, mezquitas varias, el barrio copto, el mercado Khan el Khalili... Pero sin duda los mejores ratos fueron aquellos que pasamos callejeando lejos de las hordas de turistas que invaden Cairo: paseando por estrechas callejuelas llenas de escuálidos gatos y hombres tomando te y fumando sisha; recorriendo parques como oasis en la ciudad repletos de parejitas jóvenes; comiendo en chiringuitos donde no se leía ni una sola letra de nuestro alfabeto (menos mal que David puede leer árabe); viendo la cara de felicidad de la señora que me enseñó a colocarme el pañuelo en la cabeza al modo tradicional (quizá se pensó que esta despeinada infiel iba a convertirse y taparse finalmente esos pelos de loca)...

Me quedo corta en mis explicaciones y se me quedan muchas cosas en el tintero, muchas impresiones, momentos, curiosidades... muchos retazos de vida sin contar. Ha sido toda una aventura que hoy toca a su fin. Mañana sábado salimos ya para Madrid, el domingo seguimos viaje a Seattle y el lunes aterrizaremos por fin de nuevo en Alaska. Han sido cinco semanas llenas de todo tipo de emociones, reflexiones, y diversiones, amigos y familiares de lo más diverso, y mucho sol y buen tiempo.

No hubiera cambiado este viaje por nada del mundo. Tengo la impresión de haber aprendido mucho y ahora me tocará realmente internalizar esos aprendizajes. Eso sí, desde mi rinconcito helado del polo norte y la rutina de mi vida diaria, a la que tengo muchas ganas de regresar. Nos vemos allá.

domingo, enero 13

Viajando



"Sonrisa desde el cielo"
Andorra, Teruel
Enero 2008


Con tanto viaje, no me salen las palabras. De tanto avión, tanto coche, tantos paisajes, tanta gente, tanta comida, tantos olores y tantas emociones, tengo el cuerpo y el alma embotados. ¿Quién los desembotará? El desembotador que los desembote, buen desembotador será.

Así que me paso por aquí para dejar una sonrisa capturada en el cielo hace unos días. Del cielo a mí, y de mí a todos los que pasais por aquí.