lunes, agosto 24

De bloqueos y gentes




Hace meses que me cuesta muchísimo sentarme a escribir en este blog. Lo empecé hace ya casi dos años con la intención de compartir mi experiencia en Alaska y de paso ayudarme a ver el lado hermoso de esta tierra dura y gélida a la que había ido a parar. Fue puro instinto de supervivencia, vamos. Durante año y medio fui maruja y madre en un pueblo remoto del polo norte, lo cual no me dio para mucha vida social, pero sí me ayudó a reencontrar cosas olvidadas de mí misma, aprender un montón de cosas nuevas, enfrentarme a toda una variedad de miedos y remilgos, y tomarme un merecido descanso de mi vida profesional.

En noviembre del año pasado comencé a trabajar en el ayuntamiento del pueblo y empecé a tener contacto con muchísima más gente de la que había conocido hasta entonces. Poco a poco empecé a ser consciente de una realidad social de la que hasta entonces me había desentendido bastante.

Cuando llegamos a esta tierra, escuchamos muchas cosas desagradables de la gente del lugar. La mayoría las atribuimos al racismo existente entre nativos y blancos, así que a cualquier conversación de blancos que derivase en crítica destructiva a los nativos terminábamos por no hacerle mucho caso, convencidos de que los prejuicios estaban distorsionando la realidad de las cosas.

Esta es una sociedad con muchísimos problemas, donde campan a sus anchas el alcoholismo, la violencia, el abuso sexual, el maltrato infantil, y el suicidio en proporciones alarmantes. Hace tiempo intenté reflejar en un post esta realidad social, ayudándome de algunos textos escritos por gente nativa. Obviamente, como en todas partes, no todo el mundo está cortado por el mismo patrón y en estos dos años, casi tres, que llevamos en Aniak, hemos conocido a algunas personas que no caben dentro de este estereotipo. Lo triste es que han sido muy pocas.

Ayer David conoció casualmente a una mujer Inupiaq en un restaurante en Anchorage. Cuando le contó que viviamos en Aniak, la mujer le miró largamente y muy seria le dijo:. "El Kuskokwim es la tierra más dura de Alaska, y los Yup'ik la gente más dura. Mis antepasados no los consideraban seres humanos por lo crueles que son entre ellos."

La realidad social que veo en este pueblo desde que trabajo hace muy difícil el encontrar las pequeñas cosas hermosas que hacen que valga la pena el día a día, esas cosas que me ayudaron durante el primer año y medio a ver Aniak bajo una luz agradable y disfrutar mi estancia aquí. Escribir sobre lo que he estado viendo estos meses iba en contra de la intención inicial de este blog. Creo que por ello, poco a poco me fui bloqueando y encontrándome sin cosas que escribir.

No sé si continuaré escribiendo en este blog ahora que por fin parezco haberme desbloqueado. Tal vez siga encontrando inspiración y contando esporádicamente las cosas que van pasando dejando de lado las historias feas que me encuentro, para que el blog mantenga su tónica inicial. Tal vez use esa inspiración para contar historias de la gente, describir personajes de los que veo por aquí a diario, con sus miserias y su falta de humanidad, como decía la mujer Inupiaq, sin importarme mi intención inicial. O tal vez le eche el cierre y me despida del mundo bloguero sin más aspavientos. Todavía no lo sé.