martes, mayo 5

Ya pasó...




Dentro de lo malo, tuvimos muchísima suerte. La inundación podía haber durado varios días. O podía haber subido el agua hasta el tejado y hubiéramos tenido que ser evacuados. O el hielo pudo haber sido empujado más cerca del pueblo aplastando casas a su paso. En otros pueblos no tuvieron tanta suerte como nosotros. Las inundaciones han sido generalizadas en toda la cuenca de los ríos Yukon y Kuskokwim, por la mezcla de invierno con mucha nieve y altas temperaturas repentinas, que ya mencioné anteriormente.

El domingo pasamos toda la tarde en el dique, viendo el hielo moverse. Realmente no se movió mucho. De las seis o siete horas que pasamos allí, sólo lo vimos moverse durante unos diez minutos. Y es que el río es así, caprichoso, se hace de rogar. Nos fuimos de allí pensando que igual lográbamos pasar una noche más sin que se rompiera. Nuestro amigo Mike incluso pensaba pasar la noche acampado en el dique. El río parecía aún demasiado sólido como para romperse, y el nivel estaba muy bajo, como a unos diez o doce metros de la parte alta del dique.

A eso de la medianoche, recibimos la primera llamada: "Acaba de empezar. Está entrado agua por detrás del pueblo por un par de sitios. Como en media hora tendrás el agua en tu casa." Y seguidamente dos o tres llamadas más, de amigos que llamaban con diversas recomendaciones, consciente de que esta sería nuestra primera inundación. Estábamos preparados.

Los perros habían comenzado a aullar como locos hacía rato, sabiendo, con ese instinto que ya sólo conservan los animales, que algo se avecinaba. Sus aullidos se hacían más ensordecedores cada minuto que pasaba. Tenemos un par de vecinos con equipos de trineo, y quince o veinte perros cada uno. Suelen tener los perros alejados de las casas, pero estos días los traen cerca, a terreno más elevado. Añádele a los cuarenta perros vecinos, otros tantos de las casas más alejadas, y tenemos como resultado una increíble y casi tétrica algarabía.

El agua fue lo siguiente en oirse. Primero con un rugido apagado que iba acercándose poco a poco, hasta que empezó a dar la sensación de que teníamos un río furioso al lado de casa. Y así era. Lentamente empezamos a ver el agua llenar los puntos más bajos del terreno. La luna nos permitía bastante visibilidad. El agua entraba con una fuerza tremenda y se formaba una riada desde el terreno vecino que está algo más alto que el nuestro.

Yo estuve de guardia la primera parte de la noche y como a la una o las dos de la mañana, David tomó el relevo. El teléfono sonaba cada par de horas para avisarnos de que estaban a punto de cortar la luz. Los perros seguían aullando. La riada seguía su recorrido impasible. Fue imposible dormir esa noche.



A la mañana siguiente amanecimos rodeados por un lago. El agua estaba en el primer escalón del porche, y la riada continuaba su implacable camino. Empezaban a aventurarse vecinos a la calle, para ver qué estaba el agua haciendo en otras partes del pueblo. También salimos nosotros, para ver que en la carretera principal era imposible ir hacia la izquierda porque de ahí venía nuestra riada y a la derecha sólo se podía ir en barco.


Así que nos liamos la barca a la cabeza, literalmente. Fuimos a buscar nuestra estupenda barquita hinchable y nos aventuramos sobre el lago que se había formado entre nuestra casa y la estación de bomberos. Dejamos la barca la otro lado y continuamos por los charcos hasta que encontramos a Mike que venía en camioneta a inspeccionar nuestro lado del pueblo. Fuimos hasta su casa de nuevo, que está al lado del dique y allí nos quedamos estupefactos con el espectáculo que ofrecía el río. El amasijo de hielo que anoche se había quedado doce metros más abajo, estaba ahora a menos de un metro de la cima del dique, y en algunos lugares lo había sobrepasado.



Imaginar la energía tan salvaje que estaba siendo milagrosamente contenida por ese dique que ahora parecía tan frágil daba vértigo. Como cuando miras las estrellas y te sientes tan poquita cosa, tan chiquito. Igual. Una impotencia increíble y una conciencia inmensa de nuestra extraordinaria fragilidad como seres humanos. Realmente somos como hormiguitas.

Los rumores seguían corriendo por el pueblo de que la inundacion no había hecho más que empezar. Que si el dique de hielo que obturaba el agua río abajo no se deshacía milagrosamente, el agua subiría otros tantos metros y nos encontraríamos, como los de Red Devil, Crooked Creek, o Sleetmute, con el agua hasta los tejados. Hasta los descreídos silenciosamente rezábamos para que ocurriese el milagro.


Volvimos a casa, deshaciendo nuestro camino. Parte en coche, parte andando y parte en barca, disfrutando del sol y procurando pensar en que las cosas no irían a peor.

A eso de las tres de la tarde, el agua volvió a acelerarse en nuestra riada particular, y en cuestión de minutos subio casi medio palmo. Hasta ahí había logrado mantener la calma y no sentirme particularmente asustada. Pero cuando ví el agua subir de nuevo sí sentí miedo. Llevábamos ya muchas horas sin dormir y en tensión. El miedo no añadía nada agradable a la mezcla.

Pero duró poco, porque cuando menos lo esperaba, llegó la llamada más esperada. "Creo que lo peor ya ha pasado." Mi jefe me explicó que el dique de hielo se había soltado y que el río ya fluía libre delante de su casa. Los trozos que bajaban río abajo eran tan grandes y bajaban tan rápido que estaba casi seguro de que destrozarían cualquier otro dique que se formase más adelante.




Y con la misma, el agua que no paraba de subir, empezó a bajar. Poco a poco, sin grandes aspavientos, la riada pedía fuerza. Los destrozos a la carretera empezaron a ser patentes. Media carretera había sido lavada hacia nuestra huerta. Salimos a dar un paseo antes de cenar, a ver como se iba yendo el agua. Los bloques de hielo que habían sido traídos hasta el medio del pueblo eran enormes. Imposible no sentirse agradecidos por no haber sido aplastados como bichos por la fuerza de ese río y sus hielos. Imposible no sentirse ligera después de tantas horas de tensión y espera.

Durante el paseo, tuvimos un inesperado encuentro. Los primeros mosquitos ya han llegado. Y con toda esta agua estancada, nos espera una buena invasión. Y es que nadie dijo que la vida en Alaska fuese cómoda.

PD: Si alguien quiere ver más fotos, están en mi página de Facebook. Y gracias por los pensamientos positivos que habéis enviado hacia este lado del mundo. seguramente ayudaron al milagro. Aunque muchos otros, como dije, no tuvieron tanta suerte.





30 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y esto no lo podrían haber evitado con un par de misiles que hubiesen roto el dique? Con lo poco que les cuesta a los yanquis poner en marcha la maquinaria bélica... A lo mejor con Bush no hubiese pasado, eso os pasa por tener un presidente pacifista... Me alegro de que no haya llegado a más, y mucho ánimo con los mosquitos.

Anónimo dijo...

Qué pasada de fotos! Y qué miedo debisteis de pasar. Me alegro mucho de que,al final, todo quedase en "un poquito" de agua. Ahora, suerte combatiendo los mosquitos!

Irreverens dijo...

¡¡¡UUUFFFFF!!!

la granota dijo...

Desde lejos, leo la belleza de la situación sin pasar el miedo...

qué suerte, no?

peke dijo...

Menos mal que xa pasou sen maiores males. O peor foi o medo, polo que parece. Moitos ánimos.

Belén dijo...

Pues menos mal...

Besicos

Juana dijo...

Me alegro de que estáis bien, ¡qué susto!

Alleta dijo...

Me alegro que para ustedes la cosa no haya pasao a mayores. Pero igual que nochecita!!! Suerte con el resto!

Mexiñol dijo...

Joer que miedo, yo habría salido corriendo a la primera de cambio

Adi dijo...

Hola Meiga, llego a tí a través de otra amiga (ahora no recuerdo cual).
Mis orejas se pusieron de punta como las de los Malamute cuando huelen oso al leer la palabra "Alaska".
Soy una extremeña, criada en Madrid y residente en Mallorca, aunque un trozo (bastante grande) de mi corazón está en Alaska.
Gracias al trabajo de mi marido he tenido la inmensa fortuna de conocer ese Estado y enamorarme hasta el tuétano de él.
Pasé varios veranos allí cuando mis hijos eran pequeños y volví una cuarta vez para celebrar mis bodas de plata. Mi corazón se encogió de pena al ver como los glaciares se habían "encogido" en solo 10 años...
Comprendo lo dura que debe ser allí la vida, mi marido me contaba de sus inviernos en Alaska y la pasta especial de la gente que vive allí...
Me alegro infinito que la naturaleza haya sido benévola en esta oportunidad con vosotros.
Un abrazo desde el soleado Mediterráneo.
Has comprado ya las trampas para los mosquitos? jejeje

Ivana Carina dijo...

Meiga, cariño!!

Qué suerte que todo pasó....

Me alegra saber que están bien y que todo fue un graan susto!

Un besote para los 3!!!

Meiga en Alaska dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios y buenos deseos. Ha sido toda una experiencia que se quedo en una aventura mas qeu contar. Y menos mal. Como dije, en otros pueblos no tuvieron tanta suerte y la gente pedio sus casas y todas sus propiedades. Al menos nadie perdio al vida, eso es algo positivo.

Un beso a todos

Lorena dijo...

Jolín, casi ná...me alegro de que al final no hayais tenido que ser evacuados. Menuda impresión ver como el agua sube a marchas forzadas...¡hasta pronto meiga!

Unknown dijo...

somos habitantes de tierras fronterizas, donde reside la vida, reside el peligro....

me alegro muchisisisimo de que todo quedase en un par de noches sin dormir...
besotes morriñentos y a disfrutar de la primavera, que debe ser algo maravilloso por esos lugares

Anónimo dijo...

Hola,
Dime una dirección de e-mail donde escribirte. Tengo una información que quizá te interese incluir en tu blog.
Mi correo: janaru@gmail.com

Un saludo.

Aleksander Nagi dijo...

... paso, aun tarde, para expresarte mi alegría que todo ha salido bien,
… y como no es muy bien visto, visitar sin algo en la mano, vengo con algo humilde, para invitarte a mi blog, que dejé algo para ti:
http://lacanciondelaflor.blogspot.com/2009/05/gracias.html
... un abrazo.

Unknown dijo...

Y por aquí hay quien dice que el planeta está al servicio del ser humano, cuando ingenuo anda suelto.

Un abrazo,

mreina dijo...

Escribe un libro...es toda una aventura...
Por si las moscas seguiremos acordandonos de tí..
Un beso grande

Jackie dijo...

Este relato es para hacer una pelicula...Me hace pensar muchisimo, Montreal es una isla y el invierno pasado (este fue mas suave) hubo un gran susto en el deshielo, hubo que hacer diques para proteger las casas en muchas zonas...
Me alegro de que no te pasara nada.

Cris dijo...

Acabo de leer toda la aventura y menudo susto que he pasado! Madre mía menudo sitio para vivir! Si que me imagino que la gente ahí tiene que ser de una pasta especial y en especial vosotros que no os habeis criado ahí! Ole por haber pasado todo ese tiempo ahí y aún no haber tirado la toalla! Un saludo muy carinyoso!

JOAKO dijo...

Que fabuloso debe ser sentir la naturaleza en toda su crudeza, y que terrible, creo que sabes trasmitir las sensaciones que todos guardamos genéticamente en el fondo de nuestros olvidados recuerdos de hominido, al final estamos a merced de la física de particula, excelente post, y me alegro que que "la sangre no llegara al rio".

Anónimo dijo...

Alucianantes las fotos. Que impresion estar ahi Miriam. No cabe duda que la naturaleza cuando dice que ahi va, no hay quien la pare.
Gracias por compartir esos paisajes que la mayoria no veremos nunca.

Paseando por tu nube dijo...

Si, son preciosas las fotos, y tu relato tan minucioso, que he sentido el chapoteo de mis pies en el agua, uff que noche mas terrible debisteis pasar. Cuánta razón tienes cuando confirmas que Alaska no es cómodo, precioso si, pero ay no sé si podría, sois unos valientes!!
Un besazo wapa

Merry dijo...

acabo de encontrar tu blog (que me encanta cómo lo has dejado) y ahora mismo no tengo mucho tiempo porque estoy con los exámenes, pero cuando acabe lo leeré bien.
de dónde eres? yo de vigo y me encantaría algún día poder ir a alaska también... qué bonito todo!
nos vemos!
mary

JOAKO dijo...

Una historía para tu hijo:

http://curistoria.blogspot.com/2009/06/balto-el-perro-que-salvo-nome.html

Me he topado con ella por casualidad y me has venido a la cabeza.

Un saludo

Maktub dijo...

guau me ha encantado tu blog, tb soy gallega, hay un galego na lua, ...me encanta tu blog, te pongo entre mis blogs amigos para visitarte ..
un saludiño dende o exilio madrileño..

Patricia Cruzat Rojas dijo...

Uf!!! Meiga...quien dijo que la vida era fácil??? nadie...creo

....y tu vida en Alaska????
es una vida llena de aventuras, miedos, alegrías y locuras!!!!

Que no se diga que pasaste por este mundo por un camino planito....!!!

besos y cariños y perdón por no visitarte más....pero tu sabes que todo ha cambiado mucho para mi..afortunadamente.

Paty.difusa

Gwynette dijo...

Estás en epoca de deshielo?..donde estás? O_O

Besos

Anónimo dijo...

¿En dónde andas Meiga? Después de este escalofriante relato no puedes dejarnos así. Ya tenemos "mono" de Alaska.

Desammaria dijo...

Hola, acabo de descubrir tu blog, me ha encantado, espero que ahora esteis bien y que no haya peligro para vuestra casa, yo vivo en Valencia y aqui las inundaciones son algo que pasa cada año, se el miedo que se pasa al ver crecer el agua y no saber si va a desbordar o no, y que curioso siempre pasa de noche o a deshoras. Bueno espero poder seguir leyendo vuestras aventuras en Alaska, me parece increible que vivais alli, sois unos valientes, ah! y comprar mucho autan, creo que es el mejor repelente que hay, no se si lo de las trampas para mosquitos funcionara muy bien ahi, por cierto llega ha hacer calor alli?