"Familia"
Aniak, Alaska
Noviembre 2007
Uno imaginaría que viviendo en Alaska ha de ser difícil no tener mil y una aventuras que contar todos los días. La realidad, en cambio, es que cuando una se dedica a ser maruja y madre, sea en Alaska o donde sea, gran parte de las aventuras terminan oliendo a pañal sucio y sofrito de cebolla.
No es fácil adaptarse a una nueva vida de ama de casa después de casi 20 años definiéndome como mujer trabajadora y profesional, económicamente independiente y gastronómicamente inculta. Cambiar esa definición de mi misma por una que implica no trabajar fuera de casa, depender económicamente del marido, y cocinar todos los días conlleva una cierta dosis de reestructuración interna. Es un proceso variopinto que incluye facetas como superar prejuicios fuertemente adheridos, o desarrollar una creatividad otrora inexistente en terrenos previamente ignorados, como la cocina. Aprendizajes que le dan un toque trascendental y necesario a este proceso, cuyo lado más práctico y mundano, en cambio, resulta similar a la tarea de hacer un collar de cuentas sin haber anudado el hilo al final. Cuando crees que estás acabando el collar y lo levantas para mirarlo, orgullosa de tu trabajo, todas las cuentas ruedan silenciosamente por el suelo y no queda más remedio que volver a comenzar. Una y otra vez... sin descanso.
Y luego está la vida de madre, que no te deja más opción que reinventarte desde los cimientos. Jamás me he sentido tan en mi lugar y a la vez tan fuera de lugar e incompetente. Es tan fácil tenerlo todo clarísimo cuando no hay hijos de por medio y todo se reduce a hipótesis y teorías. Y de repente aparecen, con esas sonrisas que derriten universos, esos berrinches incomprensibles que ponen a prueba la más santa de las paciencias, y esas ocurrencias que te dejan turulata o muerta de la risa o ambas cosas a la vez. Y te cambia la vida, porque por mucho que digan que no tienen por qué cambiarte la vida, la vida te cambia irremediablemente. Para bien, para mal, para todo...
Y por fin llega el lunes, con su mala fama, trayéndome de vuelta una parte de mi ser. Una parte que dejé atrás hace un tiempo, que me sienta bien, que logra sacar lo mejor de mi misma, que echaba de menos y que reconozco como auténticamente mía. Gracias a la oportunidad de comenzar a impartir clases de yoga en el pueblo y de seguidamente atender un grupo de mujeres en el que la charla y las risas se entremezclan con las manualidades de todo tipo, la vida en Aniak está tomando otro color.
Estas recién estrenadas actividades me ofrecen mucho. Las clases me dan la oportunidad de tener una cierta vida profesional (aunque yo no sea profesora de yoga certificada y no cobre por ellas), volver a experimentar la sensación de estar colaborando al bienestar de los demás, y aprender a perderle el miedo a trabajar con grupos. El grupo de mujeres me ofrece la oportunidad de volver a trabajar con las manos, que es algo que siempre me ha apasionado y que tenía olvidado desde hace mucho tiempo. Mi primera "manualidad" está siendo un gorro al más puro estilo esquimal, de piel de zorro, para asegurarme de que al menos las ideas y las orejas no se me congelarán este invierno. Pero lo más importante es que ambos grupos me ofrecen la oportunidad de conocer a algunos de los habitantes del pueblo y empezar a tener una vida social.
Los lunes recupero una parte de mi ser que me hace falta para continuar adelante y que está siendo la clave para lograr ese precario e imprescindible equilibrio entre darse a los demás y darse a uno mismo. Equilibrio sin el cual es tan fácil perderse y acabar siendo engullido por la vida, en vez de acabar viviéndola plenamente.
Me gustan los lunes.
miércoles, noviembre 7
Me gustan los lunes
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2 comentarios:
me gustó mucho este post. yo tambièn me defino como "profesional independiente y con nulas capacidades gastronomicas" y me imagino lo desafiante y tambièn frustrante que debe ser pasar de los dasafios profesionales a los desafios hogareños. Pero da la sensación a traves del post que estás enfrentando todo con mucha buena disposiciòn y eso es muy bonito.
Me alegro que encontraste algo "profesional" que hacer para equilibrar la balanza. Mañana es lunes. Feliz lunes.
MAruja y madre, casi como el trabajo de un superhéroe, no???
Espero que haya mejorado lo de gastronómicamente inculta... ;)
En este nuevo inicio de semana, estrenando lunes con todo y mala fama, te deseo que la disfrutés completita, hasta el domingo...por cierto que sucede en Aniak durante la semana santa??
Me voy a leer el resto de la entrada...
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