Montañas en Anchorage
Mayo 2007
Hace casi 12 años, cuando aterricé en este país con la intención de quedarme sólamente un año, el primer choque cultural lo tuve al entrar en un supermercado. Yo venía acostumbrada a las tienditas chiquitas y si no recuerdo mal, lo más grande que existía por aquel entonces en mi tierra era el Día. Aquí en cambio, la gran mayoría de los supermercados eran y son macro-cadenas en las que hay un mínimo de 100 marcas diferentes de cereales. ¿Quién demonios necesita 100 marcas de cereales para escoger? Me pareció ridículo e innecesario, un ejemplo perfecto de la abundancia obscena que caracteriza a este país.
En el pueblo, Aniak, tenemos un supermercado en el que no creo que haya más de 5 marcas de cereales para escoger. Un supermercado donde los precios son desorbitados, las verduras están plastificadas, y hay mucho, mucho polvo en los estantes. Lo usamos básicamente para comprar huevos, de esos aderezados con quién sabe cuantos tipos de hormonas y antibióticos. Y sólo porque difícilmente llegarían intactos de otro modo. El resto de los víveres los compramos en la ciudad.
Una vez cada par de meses o tres, como ahora, venimos a Anchorage aprovechando algún viaje de trabajo de David. Anchorage es la ciudad que nos queda más cerca y también la más grande de Alaska, aunque no es la capital del estado. Esto es algo siempre me ha llamado la atención de este país: la ciudad más grande y más conocida de todos y cada uno de los estados nunca es la capital. Uno imaginaría que Nueva York habría de ser lógicamente la capital del estado de Nueva York. Pero no, mira tú por donde, la capital es Albany. ¿Y me quieres contar quién ha oido nunca hablar de Albany?
Como no hay otro medio de transporte posible desde Aniak, venir a Anchorage implica un viaje de hora y media en avioncito o avioneta sobrevolando tundra, ríos, lagos, montañas y glaciares. Ir a "hacer la compra" es toda una aventura: pasas horas y horas corriendo de acá para allá comprando comida al por mayor, herramientas, materiales de construción, ropa, y todo lo necesario para pasar unos meses hasta el próximo viaje a la ciudad; haces paquetes y más paquetes con todas las compras para llevarlas a correos o a alguna empresa de cargo; y regresas a casa cargado con enormes neveras de camping llenas de verduras frescas y comida refrigerada y congelada que no has podido enviar por correo por temor a un estropicio. A este estilo de ir de compras se le llama aquí "guerrilla shopping." Es un auténtico plastazo y bastante estresante, la verdad.
Pero por otro lado, el viaje a la ciudad también implica la posibilidad de comer en un restaurante, tomarse un café o una copa en un bar, ir a un parque con el crío, entrar en una tienda por el puro placer de curiosear, conducir un coche... Un montón de cosas que se dan por sentadas viviendo en la "civilización" y que hoy en día para mí son un lujo tremendo.
Nunca hubiese imaginado que el entrar en un macro-supermercado de los que me apabullaron hace años, fuese algún día a ser reconfortante para mí. Y esta sensación no sólo la siento en los supermercados, sino con la mayoría de aquellas cosas que menos me han gustado de las ciudades: el tráfico, el ruido, el asfalto, la gente desconocida que no te mira, o las innumerables líneas rectas del paisaje urbano.
Qué curiosa es a veces la paz que confiere aquello que nos resulta familiar y qué cierto resulta entonces aquel refrán que dice: "Más vale malo conocido, que bueno por conocer."
jueves, octubre 18
Viaje a la ciudad
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Es sorprendente leerte, comprender tus sensaciones. Tienes verdadera madera de escritora; siempre con tu amenidad, haces cortos tus relatos.
Un abrazo
Yo me pregunto que hace una brujita como tu en un pais tan raro como este, pero nunca se sabe a lo mejor con esa sonrisa tuya nos embrujas a todos
Un besazo y adelante brujilla
Bubú
O teu comentario foi case o mellor regalo de cumpreanos que tiven. Son unha namorada de Alaska. De vez en cando véxoa en google earth... mais agora grazas ao teu blog vou ter información de primeira man. Se algún día viaxas con Maggie O'Connell mándalle saúdos, je je. Es a primeira galega-alaskeña que coñezo. Bicos
Mari..me tienes muy abandonado el blog, ehhh...queremos capitulos mas a menudo, a mi (y veo que a muchos) tambine nos encanta como tu escribes.
gracias por estar ahi preciosa hermana
Me encanta....Gracias a Dios yo tengo una tremenda facilidad para adaptarme a los cambio y lugares....creo que compartimos el Don..besos grandes
la verdad que leerte es viajar un poco. Gracias por éstos paseos
Publicar un comentario